Cómo prevenir el desequilibrio hormonal en forma natural

El desequilibrio hormonal puede traer fuerte consecuencias para el cuerpo humano y causarle posibles enfermedades u otras afecciones, por lo que es importante mantener los niveles estables, consumir algunos alimentos y realizar una serie de actividades. A continuación, 7 formas naturales para tratarlo.

Hay algunos momentos claves de la vida como la pubertad en los que las hormonas sufren mayores alteraciones que otras. Asimismo, algunos medicamentos, como también el uso de esteroides y el estrés también podrían causar alteraciones en los niveles hormonales.

Tanto la alimentación saludable como realizar actividad física cotidianamente contribuyen a tener una mejor salud y, por consecuencia, un mejor equilibrio hormonal. Además, también permiten tener un mejor flujo de la sangre a los músculos gracias al aumento de la sensibilidad de los receptores hormonales.

En ese sentido, la actividad física también reduce los niveles de insulina y aumenta la sensibilidad a esta hormona. Esta sustancia química hace que las células absorban el azúcar para utilizarla como energía, y los estudios demostraron que el ejercicio regular permite tener una mejor resistencia a ella.

Tanto la cafeína como el estrés son dos factores que pueden contribuir considerablemente con el desequilibrio hormonal. La cafeína altera el modo en el que el cerebro produce las hormonas, mientras que puede incrementar el ciclo de sueño y las hormonas del estrés.

También conocida como la hormona del estrés, el cortisol se produce cada vez que el cuerpo se ve expuesto a una situación de estrés. Por lo tanto, el estrés crónico mantiene los niveles de cortisol elevados y aumenta el apetito, la ingesta de alimentos con azúcar y ricos en grasas que pueden derivar en la obesidad.

El consumo de proteínas es fundamental para equilibrar las hormonas del organismo, ya que gracias este tipo de alimentos se crean las hormonas peptídicas.

Este tipo de hormonas contienen glándulas endocrinas, las cuales son producidas a través de los aminoácidos. Se aconseja consumir entre 20 y 30 gramos diarios de proteínas.

Las hormonas peptídicas contribuyen en varios procesos fisiológicos como el crecimiento, el metabolismo, el estrés y el apetito, entre otras cosas. Asimismo, este grupo de alimentos estimulan la producción de hormonas que ayudan al cuerpo humano a sentirse satisfecho y sin la necesidad de consumir otra cosa.

El sueño cumple un papel fundamental para mantener un equilibrio hormonal. La falta de serotonina, además de estar vinculada con el estado de ánimo y con el deseo sexual, también es importante en la calidad de dormir y cómo afecta al cuerpo humano.

El mal sueño está relacionado con el desequilibrio en varias hormonas, como puede ser la insulina, el cortisol, la leptina y la grelina. Varios estudios comprobaron que las personas con menos horas de sueño reducen considerablemente su sensibilidad a la insulina, como también niveles más altos de grelina, la hormona que regula el apetito y la homeostasis nutricional.

El aumento de peso puede estar directamente vinculado a un desequilibrio hormonal derivado de complicaciones en la insulina. Generalmente, las personas con obesidad también poseen una fuerte resistencia a este tipo de hormonas, mientras que la pérdida de peso está asociada con una mejor resistencia y un menor riesgo de enfermedades como la diabetes y problemas cardíacos.

Al igual que las proteínas, el consumo de grasas saludables contribuye considerablemente a reducir la resistencia a la insulina y regular el apetito. Asimismo, las que contengan omega-3 y omega-6 ayudan a incrementar la sensibilidad a la insulina al reducir la inflamación y los marcadores proinflamatorios.

Algunos de los alimentos más ricos en omega-6 son los aceites vegetales como el de girasol, maíz soja y margarinas, como también las legumbres, semillas y los frutos secos. Por su parte, los alimentos con mayor omega-3 son los pescados como el atún, sardina y salmón, las semillas de chía y calabaza, nueces, huevos, aceite de coco y de oliva, entre otros.

Si bien el consumo de azúcar en grandes escalas puede provocar obesidad, diabetes y otro tipo de enfermedades, también puede traer desequilibrios hormonales. La ingesta de fructosa puede llegar a estar relacionada con alteraciones del microbioma intestinal, como también con la falta de producción de la hormona de la saciedad.