mayo 20, 2024

El poderoso entrenamiento mental que complementa el tratamiento de enfermedades crónicas



En las últimas décadas el entrenamiento en mindfulness, especialmente el desarrollado por Jon Kabat-Zinn en los ’80 con el nombre de MBSR, por sus siglas en inglés (que equivale a Reducción de Estrés Basado en Mindfulness, en español), se ha revelado como muy potente.

El propio Jon supo decir que esto era así porque se trataba de un abordaje integral que llegaba al corazón de aquellos pacientes «que habitualmente caen por las grietas de un sistema médico altamente tecnologizado».

Hablaba de aquellos pacientes crónicos que acarrean una condición permanente (o muy invalidante) que disminuye su calidad de vida.

Lo que este biólogo molecular había descubierto, o al menos vehiculizado con su trabajo, fue la idea de que los seres humanos transitamos un proceso de sanación o reparación de nuestros síntomas que incluye la actitud y la experiencia emocional interna que tenemos. Que por más procedimientos médicos que se utilicen, si hay ausencia de expectativas, propósito y conexión con el proceso de curarnos, poco se puede hacer.

Jon había observado de manera inteligente junto a su equipo de trabajo (y seguramente también hicieron lo propio todos aquellos que aguzaron su mirada médica oportunamente) que los pacientes tendían muy habitualmente a desatender los detalles de sus tratamientos, que realizaban modificaciones importantes a gusto y placer, es decir, no adherían siempre a las prescripciones de sus clínicos y terapeutas.

En tal caso: ¿cómo saber si algo funciona como propuesta terapéutica si experimenta tantas modificaciones arbitrariamente realizadas por el propio paciente?

Así fue como nació el mindfulness como un entrenamiento que acompañaba los tratamientos alopáticos, que ofrecía un espacio de desarrollo personal profundo de las cualidades de atención plena que todos tenemos para mejorar el bienestar y la calidad de vida y todo esto redundaba en una mayor adherencia a los tratamientos para los pacientes.

Lo que pasó con los pacientes

Por supuesto que el entrenamiento se fue ajustando de acuerdo a los descubrimientos incipientes de los primeros tiempos, y para ello la ciencia fue una brújula muy importante que redireccionó la acción profesional.

Los primeros pacientes beneficiados con el entrenamiento fueron aquellos que padecían dolor crónico (especialmente de espalda), los pacientes con psoriasis y con ansiedad, pero poco a poco la potencia del mindfulness alcanzó otras condiciones médicas como el cáncer, la esclerosis múltiple, la depresión (a través del reconocido MBCT, aprobado por entidades médicas prestigiosas de distintos países).

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El psicólogo Martín Reynoso presenta un ejercicio que incluye<br />
respiración consciente, agradecimiento al despertar, e intenciones.

En todos los casos se observaba una mejor gestión del estrés y la ansiedad, una actitud de mayor aceptación a la realidad, más adherencia al tratamiento médico y una mayor conciencia general de cómo transitar la enfermedad.

En algunas condiciones médicas no se reportó beneficio especial de la intervención, como lo es la fibromialgia y el déficit de atención.

El mindfulness y la voz

Hay nuevas líneas que se están explorando en la actualidad y que van camino a ser posibles aplicaciones en el futuro. Una de ellas es el ámbito de la fonoaudiología.

La licenciada en fonoaudiología Silvana Sandigliano nos dice que «la voz se define en línea generales como un sonido que se origina por la vibración de las cuerdas vocales ubicadas en la laringe».

Pero, ¿es solo eso la voz?, se pregunta. «Pensemos: en la voz intervienen muchos factores como la respiración, el sistema endocrinológico, la muda vocal y el tan importante factor emocional que tanto peso tiene sobre nuestra propia voz», responde.

Por esa razón, dice, en su experiencia como fonoaudióloga hace más de 25 años y reciente instructora de mindfulness, comenzó a ponerle especial atención a los pacientes con problemas vocales, «empecé a escucharlos, observarlos y a trabajar con ellos de manera más minuciosa y detallada».

«Muchos de estos pacientes con esta práctica pudieron bajar su nivel de autoexigencia con su patología vocal, que requiere paciencia y práctica, cualidades que el mindfulness trabaja muy puntualmente de diferentes maneras y técnicas que vale pena aprender  e incorporar a nuestra agitada vida diaria».

A partir de la octava a décima sesión, «comienzan a estar más atentos, más conectados con su cuerpo; algunos de ellos comienzan a notar la incomodidad del timbre de sus voces, a observar la desconexión que tenían con su cuerpo», comenta Silvana.

Así, «poco a poco se van comprometiendo más con el tratamiento y llegan a la terapia con más ánimo y ganas, cosa que antes no les pasaba».

Lo que pasó con los terapeutas

Pero lo interesante es que los profesionales de la salud también comenzaron a practicar mindfulness.

La realidad es que, siendo este entrenamiento que disminuye estrés y mejora la calidad de vida a través de la conciencia plena: ¿cómo podría no impactar en quienes brindan atención a los pacientes?

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Esta práctica consiste en moverse con «atención plena» para sacar de la mente los problemas y preocupaciones que generan ansiedad. El psicólogo Martín Reynoso nos guía en el camino

El médico Diego Fridman, magister en Investigación Clínica de Stamboulian Servicios de Salud, dice que «se ha demostrado que los médicos que participaron en un programa de entrenamiento basado en mindfulness lograron un mayor bienestar personal y el desarrollo de actitudes centradas en el paciente, tales como empatía y compasión, tanto a corto plazo como sostenidas en el tiempo».

«Estas actitudes -continúa- son fundamentales para el abordaje terapéutico de los pacientes con patologías crónicas. El profesional que está disponible para una escucha atenta podrá colaborar en modificar el modo en el que la persona percibe y experimenta lo que está viviendo. La comunicación interpersonal basada en mindfulness aporta un entorno facilitador para hacer más robusto un vínculo que se desplegará durante muchos años.»

Ante esta evidencia, ¿cómo no extender su uso en la actualidad?

¿Cuál es el secreto del mindfulness?

El gran aporte del mindfulness es enseñarnos qué es el dolor y cómo transitarlo y eventualmente trascenderlo.

Mauro Ruso, médico psiquiatra y especialista en neurociencias y adicciones, plantea: «¿Por qué siempre intentamos huir del dolor? El dolor puede desencadenar un sufrimiento, pero también lo puede hacer un enamoramiento muy intenso, la pérdida de un ser querido o su presencia agotadora y masiva en nuestra vida».

Y explica que sufrir proviene del latín suffero, un verbo que indica acción. Constituye un prefijado formado por sub (bajo) y ferre (llevar, soportar), y significa “soportar por debajo”. Sufrimiento agrega el sufijo mento (modo, medio), sería el “modo o medio de soportar algo por debajo”.

«El sufrimiento es inherente a la vida, y su origen es el ego, palabra latina para definir la capacidad de consciencia del yo, de reconocerse y reconocer lo ajeno a mí. Este ego se va construyendo con la experiencia, este yo reconoce lo que sí le gusta, lo que no y desestima todo aquello que no encaja en ninguna de estas dos categorías», dice Diego.

«Se apega con aquello que le gusta y rechaza o huye de lo que le genera displacer. Por eso solemos huir del dolor, pero ojo, acá se complica: muchas veces creamos egos que se sienten fuertes cuando asumen un rol o posición predeterminado frente al sufrimiento.»

Y ejemplifica con algunas frases:

«Sé que ella es muy celosa, pero la amo y no puedo dejarla ir, sin mí sería aún peor para ella la situación»

«Él tiene un problema con el alcohol, sólo deja de tomar cuando yo estoy con él, sé que me hace mal pero no puedo abandonarlo».

«Y una infinidad más donde el ego genera deseos o resistencias, pretende que la vida sea otra cosa diferente de lo que es, ya porque no puede percibir correctamente la realidad, o porque no puede ajustar sus expectativas a las demandas de los otros y el entorno, o bien no puede poner límites a estas demandas. Así es como el dolor, devenido en sufrimiento, nos encierra«.

Diego entonces nos propone cultivar la consciencia como el camino de la liberación y el bienestar, diciendo que es «el conocimiento espontáneo que tiene de sí mismo, sus actos y reflexiones, así como de la realidad que lo rodea y relacionarse con esta».

Puede ser definida como una dupla del observador y lo observado, la consciencia es el observador y todo lo observado llega a ella por medio de la atención. Este es un potente mecanismo mental, capaz de seleccionar y filtrar estímulos, condicionar la emoción, el pensamiento y la conducta humana.

«Este estado de consciencia y el mecanismo de atención son el punto de partida de toda la experiencia humana, y son pasos limitantes en la percepción de dolor, de sufrimiento y la búsqueda de alivio», concluye.

Este es el camino del mindfulness entonces: el camino de la conciencia.

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